jueves, 25 de diciembre de 2008

La lista definitiva de regalos para periodistas

¿Qué se le puede regalar a un periodista para Navidad? Obsesivos, lateros, monotemáticos, de tribu, los reporteros no somos presa fácil de agradar, principalmente porque -si somos afortunados- nos pagan por hacer lo que nos gusta, aunque nunca sea suficiente y siempre queramos más noticias y, sin duda, más lucas. Encontrar el regalo ideal irremediablemente está cruzado por lo que hacemos. El periodista de corazón es alguien enfermo, que despierta y se va a dormir pensando en la noticia. A veces se rebela y reniega, en buenahora de tamaña imbecilidad pero en períodos febriles incluso sueña con aquello que está investigando. Al punto que despierta a las tres de la mañana y manotea buscando la libreta porque se le ocurrió un párrafo que HAY que registrar. El reportero de corazón es un tipo despreciable, traicionero, amable, pragmático, odiado, descreído, insubordinado, querido, propasado, irresoluto, respetado, justiciero, infantil, soñador, inconformista, cínico, divertido, estúpido, cariñoso, irritante, temido, venerado, ingenuo, frío, buena persona, mala persona, apasionado. Todo eso junto y más. Pura contradicción. E in-consecuencia. Sí. Alguien insoportable. Como los científicos o los ingenieros de Silicon Valley. Gente endogámica en la mayoría de los casos. Difícil de aguantar, sin horario ni agenda que soporte timings formales porque siempre se está dispuesto a violarlos si surge o se encuentra la oportunidad. Y para peor, enfrentados a una crisis global de paradigma. Y a algo llamado Internet. Una cuestión que nos obliga a conocer "audiencias", "nichos", "participación", "usuarios", "web 2.0", "estructuras narrativas hipertextuales", "economía del link", "curatoría de noticias", "SEO", "escribir para la web", "eyetracking" y otras decenas de conceptos un tanto aborrecidos que llegaron para quedarse, haciéndonos más idiotas que de costumbre. Así las cosas, qué se le regala a un tipejo de estos ¿una maldita corbata? No, señor. Se le obsequian fetiches: objetos útiles para su trabajo y goce diario. Algo así como porno berreta clásico para el onanista perdido. Siga leyendo.

No hay comentarios: