miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cómo investigar y dónde encontrar casos relacionados con crimen organizado

La expresión Crimen Organizado no es pura y simple. Más bien remite a una forma delictual compleja, tecnificada, pero sobre todo transnacional, su principal característica.

Para nadie es una sorpresa la presencia que este fenómeno tiene en América Latina y en el mundo entero, asediando a la democracia e intentando penetrar a las instituciones del Estado y minando la credibilidad ciudadana sobre las mismas.

En el continente que nos cobija, los ejemplos de cómo este tipo de delincuencia se ha instalado como una rémora social son variados. Desde México, donde sólo en el último año van casi seis mil muertos, cifra que duplica a la de 2007, como también Colombia, donde los millones de dólares del presupuesto nacional y los de Estados Unidos, a través del plan Colombia, no alcanzan para que el Estado ejecute un control real sobre las organizaciones criminales.

Paraísos similares para los narcotraficantes son Perú y Brasil, lo que abre un espacio para analizar esta nueva tendencia global que tiene representaciones en Europa, Rusia, China, Japón, Italia, con actores relevantes que participan en lo que el cientista político Moisés Naim llama en su libro "Ilícito", las cinco grandes guerras de la globalización. Se trata del tráfico de drogas, armas, lavado de activos, trata de personas y piratería. En todo caso han aparecido algunas nuevas tipologías, como el tráfico de sustancias tóxicas, donde los italianos llevan la delantera en este lucrativo negocio.

Para entender cómo actúa la delincuencia organizada hay que remitirse a algunos factores básicos con los que operan. Primero es que se trata de organizaciones jerarquizadas, cuyos fines económicos son logrados a través de la violencia sobre otros grupos o personas, y por cierto logrando que la institucionalidad falle, porque en el desorden estatal es más fácil moverse.

En el último libro que estoy leyendo, Crimen Organizado en América Latina y el Caribe, editado por la Flacso, se entregan una impresionante recorrido, político, jurídico y jurimétrico y económico de la situación de estas organizaciones en el continente.

Este texto es muy recomendable y de bajo valor -los periodistas bien pueden pedirlo de regalo en el organismo ya mencionado- ya que proporciona una serie de herramientas metodológicas que ayudan no sólo a integrar el análisis del fenómeno, sino impresionantes datos del crecimiento de estas organizaciones y la ayuda inconmensurable que otorgan los paraísos fiscales para el lavado de activos.

Con todo, Chile no está fuera de este realidad. Si bien la política de persecución de estos delitos es moderna, lo cierto es que falta mucho por hacer.

Casos de grandes criminales paseando, operando y haciendo negocios en el país hemos tenido. Algunos de ellos han pasado desapercibidos -aunque la palabra no sea correcta- mientras que otros han tenido una gran cobertura mediática.

Investigaciones como las que hizo la Agencia Nacional de Inteligencia, el Consejo de Defensa del Estado (CDE) y el propio Ministerio Público sobre el narco colombiano Hernán Prada Cortés revelan hasta qué punto el permeable el país a este tipo de hechos. Sólo un ejemplo, este sujeto se compró un departamento en Valle Nevado y nadie informó nada a las autoridades.

Sin embargo, Chile aún es una isla, una suerte de reserva estratégica intocable para el crimen organizado, ya que sirve como país de paso para las drogas, ya que un timbre de aduanas es bien valorado a la hora de traspasar las fronteras, debido al bajo nivel de corrupción existente en las instituciones represivas del Estado.

De todas formas, la delincuencia organizada europea ha encontrado en nosotros una suerte de paraíso para que sus criminales de "enfríen y reciclen", pero siendo ejemplos de buen vecino.

Sucede que estas organizaciones han llegado a tal nivel de tecnificación que están midiendo cuánto demoran las autoridades del viejo continente en detectar a sus operadores, por lo que prefieren sacarlos de circulación antes de que caiga la red que armaron para delinquir.

Por esta razón, antes de iniciar investigaciones de este tipo, es necesario que los periodistas busquen mucha información no sólo respecto al fenómenos, sino a la manera en que la justicia indaga este tipo de grupos criminales. Es decir, cómo los ubican, descubren , radiografían, cercan y detienen.

Para los periodistas es importante conocer dónde buscar esa información y si la encuentran dónde pueden profundizar y obtener cruces de lo que hallaron, entre otros elementos.

Todo lo anterior será parte de la segunda parte en este blog.

Por ahora les recomiendo que pongan entre sus favoritos, algunos sitios de interés. Luego vendrán más.

www.lavadodeactivos.cl

www.prelafit.cl


Jorge Molina Sanhueza
Editor de Tribunales
www.elmostrador.cl
jorge.molina@lavadodeactivos.cl

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